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ADAPTÁNDONOS AL CAMBIO CLIMÁTICO

ADAPTÁNDONOS AL CAMBIO CLIMÁTICO

Una de les grandes preocupaciones actuales es el cambio climático y cómo afectará a nuestros cultivos. Frente a esta gran cuestión podemos tener dos actitudes muy distintas. O somos pasivos, esperando a que el cambio nos afecte de lleno y nos adaptemos a sus consecuencias, si podemos. O bien, somos proactivos y procuramos hacer todo lo que podamos para minimizar los efectos negativos que este cambio tendrá en nuestros conreos.

Ya tenemos muestras de este cambio en la excepcionalidad de los accidentes meteorológicos que nos afectan, las temperaturas más cálidas año tras año… Será más evidente cuando podamos poner una cierta distancia y verlo con cierta perspectiva, cuantificarlo, etc. Pero mientras, nos encontramos con distintas situaciones que debemos resolver día a día y no podemos postponer.

Es el caso de las nuevas plantaciones. Cuando hay necesidad de plantear un nuevo viñedo o reconducir uno y replantar de nuevo. Es entonces cuando el método línea clave o keyline puede jugar un papel muy importante en la toma de decisiones. Cómo lo plantaremos. Qué forma tendrá.

“Aprender a diseñar y gestionar inteligentemente el paisaje agrícola, con la finalidad de aprovechar al máximo los recursos hídricos y devolver al suelo su profundidad y fertilidad, es precisamente el objetivo de la línea clave” explica Jesús Ruíz en la web www.liniaclave.org. Él es un gran conocedor y experto del Keyline desde 2007 y la persona más experimentada y veterana en este sistema y su aplicación en nuestro país.

El diseño Keyline combina la captación y la conservación del agua con técnicas de regeneración de la tierra. Es decir, aprovecha el agua que de manera natural tenemos, la distribuye de manera regular por todo el viñedo y, además, utiliza técnicas de regeneración del suelo que garantizan la supervivencia de las nuevas plantas a la vez que previene la erosión del nuevo espacio conreado. Además, el diseño del nuevo espacio contempla, normalmente, la integración de árboles, tanto para incrementar biodiversidad como por el papel que jugarán en la captación de CO2.

Con este nuevo diseño, aprendemos a mirar la agricultura de otra forma. Continuaremos teniendo la misma cantidad de agua, pero haremos que se quede en lugar de irse mediante evaporación o simplemente corriendo valle abajo.  Asimismo, tendremos más plantas y más raíces. Y si lo manejamos bien, crearemos suelo, enriqueceremos el paisaje, estabilizando el clima e incrementando la rentabilidad de la auténtica agricultura.

“Desarrollar un suelo fértil y biológicamente activo, capaz de retener el agua allí donde caiga y de secuestrar enormes cantidades de CO2 atmosférico” Este es el objetivo del sistema Keyline y una posible solución a los problemas medioambientales que nos ocupan actualmente.

Jesús Ruiz lo tiene claro y así lo explica en sus formaciones y asesorías. Su base como topógrafo le ha dado la capacidad de leer la tierra. Su máster en agricultura ecológica, la visión holística. Su formación en permacultura, la capacidad de diseñar y buscar la regeneración de los suelos a través de los cultivos. Su ayuda en Mas Martinet nos ha permitido diseñar nuevas plantaciones a la altura de los nuevos retos que nos plantea el nuevo horizonte climático que se acerca.

Gracias por enseñarnos a verlo todo mucho más claro.

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UNA BODEGA QUE NACE EN 1942

UNA BODEGA QUE NACE EN 1942

August Vicent nos recibe en el Celler Cecilio con una copa de vino dulce buenísimo… un caramelo, un syrah, dulce natural con 15 años de barrica… y muy buen humor.  Bromista y simpático, dice: “He tratado de conservar la bodega tal y como era” y así es.  Un espacio de recibimiento al visitante muy acogedor, detallista y muy cuidado, que te transporta en el tiempo.

La Bodega Cecilio nace en 1942. El padre de Augusto, Cecilio Vicent (de origen valenciano, concretamente de la provincia de Castellón) se vio reclutado por las tropas de las Brigadas Internacionales sin saber cómo.  Le destinaron a la intendencia de las tropas que se asentaron en Gratallops para vigilar de cerca lo que debía ser la Batalla del Ebro y final de la Guerra Civil.  Los brigadistas instalaron el mando de las tropas en la que sería su casa. Allí su padre conoció a la hija de la casa y se enamoraron. Y cuando acabó la guerra, volvió y se casaron. Una vez casados, el padre empezó a trabajar y recuperar las tierras muy degradadas, e incluso perdidas, de la familia de la madre.  Y se hizo socio de la cooperativa, como no podía ser de otra forma. La llanura de Vilavella, de donde provenía, era una llanura rica en naranjos, pero no viña, así que de vino no sabía. Pero tenía mucho interés en hacer llegar vino a su pueblo y esto, desde la cooperativa no podía hacerlo, porque los estatutos no permitían comercializar el vino particularmente. Fue por esta razón, que aprendió a hacer vino él mismo, siguió algún curso de enología elemental en Tarragona y Penedés, hasta conseguir hacer su propio vino en casa. Y desde que su pequeña bodega empezó. Cuando el Consejo Regulador del Priorat se oficializó, en 1954, fue la primera bodega en inscribirse.

«La decadencia del Priorat comienza en los años 60» dice. Se puso de moda ir a Barcelona y trabajar en la ciudad suponía trabajar de otra manera, quizás más horas, pero también tener más, “podían comprarse un 600 y volver al pueblo a enseñarlo”. Se dejaron de trabajar muchas tierras y el pueblo, poco a poco, fue envejeciendo.

«Se innovó mucho en el Priorat cuando se introdujeron las máquinas de hacer bancales y los vehículos» nos explica. Cuando los animales pudieron descansar, en el Priorat hubo un punto de inflexión.

“En casa” dice de August, “tuvimos la suerte de que papá tuvo una muy buena idea.  La gente de Barcelona iba a visitar a los pueblos y él, empezó a vender el vino al por menor”.  Lo vendían directamente… la gente pasaba por allí y entraba en casa y compraba. Más adelante, la cooperativa también lo hizo (hubiera podido ser al revés, pero fue así).  Porque en el Priorat se producía poco y había muy poco margen para comerciar con el vino. Venderlo directamente era una opción que ofrecía una mejor rentabilidad en el negocio.

Así fueron haciendo, hasta que su padre enfermó y murió en 1986. Su padre no le dejaba hacer nada. Comenta que padre e hijo no se llevaban muy bien.  No eran amigos. Y dice que es un episodio pasado, pero de lo que se lamenta especialmente. Pero la bodega nunca se ha detenido. La bodega sobrevivió. Otras muchas casas en el pueblo también hacían su propio vino, pero no pudieron aguantar. «Nosotros tuvimos suerte» explica.  Pero creo que no fue suerte, sino que supieron aprovechar lo que tenían y eso les permitió superar aquella crisis y continuar hasta la actualidad.

En los años 80, llegaron estos «hippies» hasta entonces, la gente trabajaba la tierra, pero sólo por subsistencia. Y primero me hacían algo de compasión y ellos empezaron a arrancar y trabajar de otra manera y revalorizaron el vino y la tierra. «Quizá económicamente se ha reactivado el pueblo, pero socialmente no, la gente que viene a trabajar es de fuera» nos apunta.

Ahora, la bodega la lleva su hija. Y su yerno. Toda la familia participa del proyecto. Él tiene 76 años y dice que “no puedo quejarme, he superado algún susto de salud, pero… aquí estamos”. Va al campo con el tractor todos los días y labra. Y se le ve contento y satisfecho.

Muchas gracias, Augusto. Por tu acogida, por hacernos sentir como en casa, por ser tan llano y accesible. Mucha suerte y fuerza para continuar Celler Cecilio por muchos años. 

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EL NUEVO MUSEO DEL VINO

EL NUEVO MUSEO DEL VINO

«Y de 1935 aquí…. quién lo diría« son las palabras de Xavier Fornos, director del Museo de las Culturas del Vino – Vinseum, de Vilafranca del Penedès. Y hace este comentario después de contarnos de un vuelo la trayectoria del Museo, desde sus inicios hasta la actualidad. Ha llovido mucho y se ha pasado por distintas etapas. El museo fue una iniciativa de antes de la Guerra Civil que quedó paralizada por esta guerra y se consolidó en 1945, ya en plena dictadura, como el primer Museo del Vino, (Museo del Vino, en la época), de España, y, probablemente, también de Europa. En esta primera etapa, el museo era básicamente un equipamiento cultural de ámbito local que intentaba aglutinar todo tipo de patrimonio vitivinícola, pero también histórico y artístico. Poco a poco, el fondo material del museo se fue ampliando gracias a donaciones privadas. “Un museo de museos”, nos comenta Xavier.

En la década de los 90, tanto las instalaciones como la organización interna del museo, están envejecidas y comienza una transformación bajo la dirección de la Monserrat Iniesta, quien toma el relevo. El principal objetivo del nuevo plan director será que el museo se consolide como herramienta de conservación, restauración y promoción del patrimonio cultural, así como promover colaboraciones entre el tejido asociativo, cultural y empresarial del territorio.

Un proyecto que no se ha quedado sólo con esto, sino que se ha marcado un reto de futuro mucho más ambicioso que busca responder a las necesidades de un equipamiento museístico moderno con vocación nacional. La intención es hacer del Vinseum (nombre que ponen en el museo a partir de 2007), un museo del vino diferente, aprovechando la diversidad de colecciones de que dispone y, sobre todo, explicar su valor añadido, el legado cultural, patrimonial, social e histórico que marca la identidad ya no sólo del Penedès sino de un territorio mucho más amplio, como Cataluña.

El museo que estaba situado el antiguo palacio medieval de los Reyes de la Corona de Aragón, para poder ser inscrito en el registro oficial de museos de la Generalidad de Cataluña como Museo de interés nacional necesitaba algunas mejoras en su infraestructura e instalaciones. Por ello, y movidos por el espíritu de mejora, inició un nuevo proyecto financiado por todas las administraciones (local, autonómica y estatal) y, también, fondos europeos. Una enorme inversión que ha servido y servirá para renovar completamente el proyecto, dotándole de un nuevo espacio expositivo estable de más de 3000 m2.

Este nuevo espacio cuenta con un amplio espacio de acogida, “un ágora cubierta” tal y como lo describe Xavier, donde estarán expuestas dos obras de gran formato: una prensa que data del s. XVIII de Cunit, y un mural del artista local Pau Boada que muestra el ciclo de la viña y el vino y que se ha reubicado que ha supuesto un traslado de gran dificultad técnica.

Además, habrá una gran maqueta de Cataluña que ubicará las diferentes zonas vinícolas del país.

El recorrido del museo pasará por explicar el mundo del vino desde una previa dedicada a las raíces de la zona, centrándose en el Penedès como centro neurálgico del vino. La exposición principal, dedicada a las culturas del vino de Cataluña y ocupará las tres plantas superiores del nuevo edificio y una del histórico. Hará “una referencia marcada en el vino del país (…) hablando de las culturas del vino de Cataluña desde los orígenes hasta ahora, desde el punto de vista antropológico, social, cultural…” explica Fornos.

La primera planta, se dedicará a actividades culturales complementarias. “La primera planta se dedicará a actividades culturales complementarias. El espacio es y estará lleno de actividad todo el año», dice Xavier Fornos. Además, el proyecto arquitectónico ha sabido comunicar de forma muy orgánica el antiguo espacio con el futuro espacio y permite que el visitante pase de un edificio a otro sin darse cuenta. También se ha tenido la habilidad de recuperar antiguas paredes y callejones medievales de Vilafranca y pueden verse perfectamente integrados en el espacio moderno.

El proceso de transformación se acerca a su culminación ya que tienen previsto abrir sus puertas en el último trimestre de 2023, si todo va bien. Por el momento, el museo está cerrado al público y sólo se puede visitar una exposición ubicada en la capilla gótica de Sant Pelegrí (contigua al nuevo edificio). El espacio fue rehabilitado como sala de exposiciones temporales, pero también es un espacio con mucha historia, puesto que la capilla fue quemada en 1934, transformada en monumento a los caídos del bando franquista y, finalmente, reconstruida en los años ochenta. En estos momentos, la exposición “Alcemos la copa” que se puede visitar ahora, explica el nuevo proyecto de museo e invita al visitante a dejar una copa en la sala para levantarla el día de la inauguración del nuevo espacio.

Después de esto estamos impacientes por ver este nuevo proyecto en funcionamiento y estamos convencidos de que será muy fiel al proyecto descrito y escrito (“el papel lo aguanta todo” como muy bien nos dice su director, pero su trabajo también lo hace posible).

¡Alzaremos la copa con vosotros!

Gracias por recibirnos y por hacer lo que hace con tanta pasión y profesionalidad.

 

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HISTORIA, LA COOPERATIVA DE FALSET, 1919

LA COOPERATIVA DE FALSET

Nos desplazamos a la Cooperativa de Falset para hablar con su presidente Ricard Rull y la responsable de enoturismo Maria Martí. Nos reciben en los exteriores del edificio más emblemático de Falset: la catedral del vino, un edificio modernista diseñado por el arquitecto Cèsar Martinell. Como la mayoría de las bodegas cooperativas de principios de siglo y gracias a la financiación obtenida gracias al Banco de Valls, la bodega cooperativa de Falset se pudo construir el 1919.

Si el exterior del edificio impresiona, el interior aún más. Su altura y la planta basilical (nave principal y dos laterales, como en una iglesia) nos demuestran que se puede combinar perfectamente utilidad y estética. Y a modo de reliquia, las dos tinas de madera llenas de vermut, originales de 1919, ¡increíble! Y los materiales de construcción son muy humildes, baratos y fáciles de conseguir: ladrillos y piedra; pero utilizados con una gracia funcional excepcional.

Vueltas catalanas soportan las tinas, ahora de acero inoxidable y cemento, y «hacen que haya una circulación constante del aire» como nos explica Maria. Evitando así un sobrecalentamiento y también comunicando pasillos y facilitando el trabajo. También los lagares subterráneos cilíndricos y separados por cámaras aislantes ventiladas. El edificio lo pensaron conjuntamente Cèsar Martinell y el primer enólogo de la bodega, Erasme M. Imbert, quien le planteó sus necesidades para hacer el vino y el arquitecto, supo recogerlo en el diseño.

El techo está hecho con cerchas de madera- La nave central mantiene las cerchas originales y la teja alicantina, para permitir mayor aeración. Su ligereza permitió trabajar sobre columnas de ladrillos más bien decorativas resaltando la elegancia del edificio. También original es el depósito de agua del exterior que ahora podemos ver accediendo a una de las terrazas en las que reposan las damajuanas vacías, pero en muy pocos días llenas de vino a sol y serena, el futuro vino rancio. Una de las estrellas de la bodega, sobre todo en los años 60 y 70,  que se enviaba a Barcelona gran parte de la producción.

De nuevo en el interior, accedemos a un lateral del edificio en el que encontramos la bodega experimental, el antiguo acceso al molino de aceite, que ahora acoge huevos de cemento y damajuanas. Probando cosas nuevas. “no se puede estar nunca quieto” nos dice el Ricardo.

Y es que la cooperativa de Falset está formada en la actualidad por 350 socios y, evidentemente, la sección más importante es la del vino. Pero no siempre fue así. «Otras actividades como la vena de huevos, la manzana o el cereal, han pasado a ser actividades más importantes económicamente por los socios en otras épocas» nos explica el presidente.

Este edificio, al igual que otros de la misma época, representa la manifestación arquitectónica visible de lo que fue el cooperativismo agrario en Cataluña. A finales del siglo XIX, en plena crisis de la filoxera, el país busca nuevas formas de organizar los intereses económicos y sociales del campo.

Campesinos y propietarios van a hacer frente común contra la crisis: a través de estructuras de solidaridad vertical van a intentar adaptar la agricultura a las nuevas condiciones de los mercados agrarios; mantener una cierta paz social e invertir para “adoptar nuevas técnicas agrícolas para impulsar el crecimiento agrario y apaciguar las reivindicaciones sociales de los campesinos” 1. Esta inversión supuso la construcción de infraestructuras complejas y eficientes como esta bodega que nos ocupa.

La profesionalización de la cooperativa supuso un antes y un después y, sobre todo, fue la clave para la supervivencia de la entidad. Los socios se organizan en una Junta Rectora formada por 12 socios, entre los que se elige el presidente, el secretario y el tesorero. Pero la cooperativa no necesitaría de esa Junta para funcionar, los socios solo marcan las directrices y colaboran en todo lo que pueden de buena voluntad.

La infraestructura de la cooperativa es muy costosa, pero en la actualidad se ha apostado claramente por la calidad del producto «Hoy en día no se trata de producir mucho, sino de producir poco y con valor» nos comenta Ricard convencido. Han quedado muy atrás aquellos años en los que se debían más de 3 y 4 cosechas a los socios… Gracias al buen trabajo, se revirtió la situación y ahora están en equilibrio. Y el campesino está contento.

El futuro para seguir apostando per la calidad, el enoturismo (donde la cooperativa también ha sido pionera) y secciones innovadoras, como ahora la futura comunidad energética local, de la cual están ultimando detalles para poder iniciar la actividad.

 

 

  1. Jordi Planas, Tesi Doctoral
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SISTEMAS AGRARIOS, OTRA MIRADA

SISTEMAS AGRARIOS, OTRA MIRADA

Hablamos de sistemas agrarios y de entrada, hablamos de sistemas modificados en los que simplificamos la naturaleza para conseguir nuestro objetivo: un cultivo determinado. En un ecosistema maduro, equilibrado, nos encontramos con distintos tipos de especies (árboles, arbustos, plantas) que se complementan entre sí y se enriquecen entre sí. Colaboran para garantizar el equilibrio: las hojas caen, se descomponen y se transforman en materia orgánica. Todos y cada uno de los elementos que integran este ecosistema tienen una función necesaria para su buen desarrollo. Cuando buscamos producir un cultivo específico como en nuestro caso, las viñas, despojamos un ecosistema de gran parte de sus integrantes para focalizarnos en la planta que nos interesa, la viña. Es, por tanto, un sistema desequilibrado que es necesario gestionar de la mejor manera posible con tal de conseguir nuestro bien más preciado: una buena vendimia.

Este desequilibrio hay muchas maneras de reconducirlo. Una manera sería utilizar los tratamientos sistémicos como fertilizantes, herbicidas, fungicidas, insecticidas… Otra manera sería la posibilidad de tratar orgánicamente los cultivos, aunque parte de la misma filosofía. Tratar el desequilibrio mediante un producto, ahora orgánico, que lo corrige.

Pero hay una tercera opción. Optar por corregir el desequilibrio intentando generar salud. Es cuando hablamos de regenerar los suelos, de cubiertas vegetales, de biodiversidad, etc. Lo que se busca es dotar las plantas de todas esas herramientas que le son necesarias para nutrirse de forma sana y saludable. De manera que la fruta que obtengamos, también lo sea y, los productos que después elaboramos lo sean también.

Como decía Eugenio Gras (pionero de la permacultura en México): No hacemos milagros. Entendemos lo que pasa.  Observamos nuestro cultivo, interpretamos su comportamiento y decidimos qué podemos hacer para reconducirlo. La idea siempre es la misma: trabajar con preventivos y sobre todo actuar sobre el suelo, que será el responsable de ofrecer a la planta los nutrientes, agua y minerales de buena calidad. Como, por ejemplo, el hecho de utilizar la cola de caballo para hacer que los hongos no suban a la planta sino que se queden en el suelo.

«Cómo fortalecemos nuestro sistema para que haya los menos síntomas posibles y enfermedades… igual que en el cuerpo humano» dice Sara Pérez. Tener una planta sana no tiene que ver con los medicamentos que toma sino como se alimenta, con quien está y se junta, cómo crece (tiene que ver con el suelo y con el entorno).

Restituir el equilibrio biológico es básico y nos permite hablar en lugar de plagas y enfermedades, de indicadores de mala gestión del cultivo y/o planta. Un mayor o menor ataque de los patógenos (insectos, hongos, enfermedades…) depende siempre del estado nutricional de las plantas (Francis Chaboussou – Teoría de la Trofobiosis)

Esta mirada genera una serie de acciones para ir manteniendo un nivel adecuado de salud emocional, físico, psíquico y nutricional de la planta. Claro que hay cosas que nosotros no podemos controlar, pero sí que podemos fortalecer nuestras plantas para que puedan luchar contra ciertos agentes externos que pueden atacarlas.

En conclusión, las plantas como en los seres humanos, como mejor alimentación, formación, educación, diversidad cultural y relaciones, más posibilidades de tener una vida más rica y saludable.


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3 ALUMNOS DE LA ESCUELA DE FALSET SE VUELVEN A ENCONTRAR

3 ALUMNOS DE LA ESCUELA DE FALSET SE VUELVEN A ENCONTRAR

Reunimos a Elisabet Anguera (Agrícola de Corbera d’Ebre), Joan Asens (Orto Vins) y Jordi Vidal (La Conreria d’Escaladei) exalumnos de las primeras promociones de la Escuela de Viticultura y Enología de Falset. Recuerdos, anécdotas… a continuación, os dejamos con un vídeo resumen del encuentro que tuvo lugar el pasado día 2 de marzo.

ELISABET, JOAN, JORDI. MUCHAS GRACIAS POR VUESTRO TIEMPO.

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JAUME CIURANA

JAUME CIURANA

Nos encontramos con la familia de Jaume Ciurana. Un nombre recurrente en todos los artículos que hemos publicado estas últimas semanas. Se merece, por tanto, un repaso a su trayectoria dada la clara importancia que tuvo para el Priorat y, sobre todo, para la evolución del Priorat estos últimos 30 años. Por esta razón, invitamos a su viuda, M. Dolors Llevadot y sus dos hijos, Blanca y Jaume Ciurana, a que nos hablen de él y de su vida.

Nacido en Barcelona y de madre falsetana (aunque su hijo Jaume, nos comenta que ha podido documentar la familia hasta al s. XVIII en Porrera). Estudió farmacia (como su padre) y enología (en Talans, Francia). Y cuando preguntamos sobre su carrera política, M. Dolors nos dice que él era boy scout (delegado de los Minyons de Muntanya de la Diocesana de Scouts de Barcelona). Y lo dice orgullosa porque eso lo explica todo. Si buscamos cuál es la filosofía de la asociación, el objetivo se mantiene a lo largo del tiempo: educar niños y jóvenes a través del método de escucha y guía para que se conviertan en personas activas, conscientes y comprometidas con la sociedad.

Inició su carrera de enólogo como director técnico de Masia Bach y, pasados unos años, trabajó en Codorniu donde se le encomendó rehabilitar Raimat. Clos Clamor y Clos Abadia, son dos vinos que le deben su nombre (muy ingeniosamente buscó un nombre que no se pudiese traducir, porque él quería poner nombres catalanes – nos comenta su hijo Jaume). Y de allí su salto a las instituciones, propuesto por el Conseller Josep Roig (Conseller de Agricultura i Ramadería en la Generalitat provisional del 1977 al 1980) emprendió la dirección del Institut Català de la Vinya i el Vi y de las estaciones enológicas de Vilafranca y Reus. Allí fue cuando empezó a difundir sus ideas sobre el vino: el hecho de que era necesario cuidar todo el ciclo de producción, cuidando la planta, el proceso de elaboración, el producto final y la comercialización, poniendo especial énfasis en ésta última fase. Picó mucha piedra para hacer entender la importancia de la figura del comercial y del gerente, sobre todo en las cooperativas, con el fin de liberar al payés de esta responsabilidad y profesionalizar esta parte del negocio tan importante. También repetía con insistencia la necesidad de bajar el grado de los vinos, nos comenta la M. Dolors, porque los vinos del Priorat de principios de los 80 eran vinos de 17 y 18 grados. Pero también participó en la modernización de las bodegas, convenciéndoles de que era importante invertir en depósitos de acero inoxidable externos a los edificios (que él descubrió en un viaje a California acompañado por su hija Blanca). Siempre buscando esa calidad del vino que tanto anhelaba y que estaba convencido que se podía conseguir con los medios adecuados.

Su cargo de director también le puso en contacto con el padre Ciurana y con él la posibilidad de crear unos estudios de segundo grado en viticultura y enología y, más adelante, junto con Lluís Arola Ferrer, en la creación de la Facultad de Enología de la Universidad Rovira i Virgili. Con estos dos nuevos estudios dio la oportunidad a muchos de seguir esta especialidad en casa, sin necesidad de irse fuera de Cataluña y, evidentemente, formar nuevos profesionales del mundo del vino que después pudiesen trabajar en casa.

Desde INCAVI, Jaume Ciurana, creó la Muestra de Vinos y Cavas de Cataluña. Un formato de feria completamente innovador que permitía acercar el cliente final al productor y elaborador de vinos. A partir de la primera muestra, en el año 1980, se fueron organizando otras y hasta hoy en día, que es un recurso muy utilizado por todos los pueblos y ciudades en todo tipo de fiesta y celebración.

Pedimos que nos expliquen alguna anécdota que recuerden y, evidentemente, cuesta recordar solo una, ya que fueron muchas que se fueron acumulando en sus idas y venidas de Barcelona al Priorat, visitando bodegas y cooperativas, trabajando para contagiar su buen gusto por el buen vino y sus ganas de hacer las cosas bien hechas. Finalmente, M. Dolors recuerda una carta durísima del Conseller de Sanidad (amigo y compañero de Jaume Ciurana Galceran), porque Jaume siempre decía que era necesario beber vino con moderación, que lo que podía sentar mal eran los licores y destilados. Esta afirmación coincidió con una campaña en los medios muy importante, y sus comentarios no gustaron para nada, y ríe.

Pero él tenía un sueño, hacerse su propia bodega… seguramente lo hubiese conseguido si la vida no se le hubiera terminado demasiado temprano, a los 50 años. Justo entonces, acababa de plantar en Mas Ciurana, la casa de campo de la familia que tenían en las afueras de Falset y que vendieron el año 1991, Chardonnay y Cabernet, dos variedades de fuera que prometían.

Tenemos muchas cosas que agradecer a Jaume Ciurana Galceran, su catalanidad y ganas de ayudar el país, su empuje y determinación, y su entrega al trabajo. Tuvo esta visión sobre Priorat y consiguió alinear a todo el mundo en la misma dirección, nos comenta la familia. Lástima que no llegara a ver su legado y la evolución que ha seguido la comarca.

Gracias M. Dolors, Jaume y Blanca por los recuerdos compartidos.

Os dejamos un fragmento de la entrevista que le hizo Joaquim M Puyal en el programa «Vostè pregunta» del circuito en catalán de TVE (usted pregunta) en 1983

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LAS COOPERATIVAS EN LOS AÑOS 80

LAS COOPERATIVAS EN LOS AÑOS 80

Hacia 1983, el presidente del INCAVI Jaume Ciurana hizo posible la firma de un convenio con el colegio Sant Pau para dar un Servicio de Análisis de Vinos oficial, dependiendo de la Estación Enológica de Reus, y una asesoría técnica a las cooperativas del Priorat, Terra Alta y Ribera de Ebre. Así, INCAVI, además de hacer posible la ampliación de una nueva especialidad de Formación Profesional, la de Viticultura y Enología de segundo grado, ayudó económicamente, aportando parte de nuestro sueldo, por mi dedicación como asesor técnico de las tres comarcas mencionadas y del servicio de análisis que hacíamos.

Mi tasca como asesor de las cooperativas consistía en hacer charlas para orientarlos a elaborar vinos de más calidad y enfocarlos a la comercialización. Estas acciones tuvieron su fruto durante los tres o cuatro años que duró mi dedicación.

Entre los años 1983 y 1985 me dediqué a sondear los problemas y las opiniones que tenían las juntas de las cooperativas de las tres comarcas. Había dos cooperativas de segundo grado, la del Priorat y la del Bajo Priorat.

La del Bajo Priorat (en ese tiempo no existía todavía la D.O. Montsant) estaba centralizada en la cooperativa de Falset, y tenían un gran problema. Hacía 2 o 3 años que habían vendido un camión de vino embotellado y no había manera de cobrarlo. En cada reunión que hacían, salía el tema de la deuda y todos estaban muy preocupados. Al final les propuse que me diesen la responsabilidad de encargarme de cobrarla. Después de muchos viajes a Barcelona, 56 llamadas de teléfono (me lo anoté) y bajo “amenaza” de publicarlo en la prensa con nombres propios si no pagaban, finalmente la cooperativa cobró toda la deuda.

En otra ocasión, el presidente de la Diputación de Tarragona hizo un mítin político en Torroja del Priorat, donde resaltó que la Diputación tenía dinero para hacer proyectos si se presentaba alguno que fuera realmente interesante. Esa promesa hecha públicamente por el presidente de la Diputación tenía validez, y pensé que valía la pena guardar esta “super promesa” para alguna buena ocasión. La buena ocasión no tardó mucho en llegar…

Por aquellas fechas se celebraba la Fiesta del Vino del Priorat (era una fiesta que se hacía cada año en un pueblo distinto) y aquel año tocaba hacerla en Porrera. Entre otros eventos, se hacía una reunión con todas las cooperativas. Se hizo en la iglesia, había el presidente del INCAVI, Jaume Ciurana, el director de la Estación Enológica de Reus, el Sr. Vidal y Barraquer, todos los presidentes de las cooperativas del Priorat con sus Juntas correspondientes y muchos prioratinos. Jaume Ciurana en su discurso citó la promesa que el presidente de la Diputación de Tarragona había hecho unos días antes en Torroja, sobre el “cánon energético”, que era dinero que venía de la Central Nuclear de Ascó para los pueblos cercanos a la central.

Cuando se terminaron los discursos, hicimos otra reunión con Jaume Ciurana, todos los representantes de las cooperativas y yo. Jaume repitió, de nuevo, el tema del dinero que había para destinar a algún proyecto que fuera positivo para Priorat. Se propusieron muchas cosas, pero ninguna viable. Cuando se terminó la reunión nos quedamos los dos solos y yo le dije:

Mira Jaume, en la reunión me ha hecho la impresión como si hubieses atado las manos en la espalda de todos los presidentes, te hubieses sacado un montón de billetes y mostrándoselos, les dijeras: ¡Cogedlos, cogedlos! Y claro, no los podían coger porque tenían las manos atadas.

-¿Por qué me dices esto? – me preguntó Jaume.

-Porque ahora no dan el dinero, tienen que hacer un proyecto dónde todos estén de acuerdo y eso ellos solos no lo harán nunca.

Hazlo tú, tienes mi permiso. El objetivo lo veo claro. En el Priorat hace tiempo que tienen hecha una Cooperativa de segundo grado, y cada pueblo tiene una cooperativa vieja sin recursos mordernos. Ese será el Proyecto, pero ¿se tienen que modernizar las cooperativas existentes? ¿Se tiene que hacer una sola? ¿O dos? Este será tu trabajo de inmediato. Si quieres ya puedes empezar. – me respondió.

Como las asambleas que se hacían en las cooperativas eran un suplicio porque todo el mundo quería tener la razón y no se centraban en el objetivo de la reunión, lo que alargaba y alargaba las reuniones sin resolver nada al final, y eso me daba mucho miedo. Estuve un tiempo pensando y al final concluí que todas las decisiones se tenían que definir en tres reuniones y que cada reunión no durase más de 2 horas.

1ª Reunión. Punto: Decidir cuántas bodegas se querían construir: una o dos, o bien remodelar la existente en cada uno de los nueve pueblos.

Respuesta de los presidentes: Por unanimidad se decidió construir de nuevo una sola bodega para todo Priorat.

Ahora los presidentes lo tenían que presentar en la Asamblea de cada pueblo y en la siguiente reunión, llevar el acta del acuerdo.

2ª Reunión. Punto 1: Presentar por escrito la respuesta de cada Cooperativa, si estaban o no de acuerdo, para construir una sola bodega para todo Priorat, y que el transporte de la uva de todos los pueblos se repartiera, equitativamente, entre todos los socios.

La respuesta fue afirmativa, por lo tanto, quedaba aprobado el primer tema.

Punto 2: Decidir en qué pueblo se tenía que ubicar la bodega comunitaria.

Este fue un tema un poco espinoso, los comentarios para todos los pueblos estaban en ebullición, todos buscaban la justificación de que su pueblo era el más adecuado. Yo ya me temía que la reunión de presidentes dónde se tenía que decidir eso sería una jaula de grillos y acabarían con una discusión sin fin. Por ese motivo, con antelación, hice los cálculos del coste de transporte, en las 9 situaciones diferentes, simulando que la bodega estuviera en cada uno de los pueblos, a partir de las distancias entre los pueblos y los quilos de producción de cada uno de ellos. En el cuadro se vio que el transporte resultaba más barato si se construía en Gratallops. La reunión duró media horita y todos estuvieron de acuerdo, ¡era evidente!

Resultado de la reunión de presidentes: Gratallops sede de la Bodega Comarcal.

Resultado de les reuniones de les Asambleas de las cooperativas: Gratallops sede de la Bodega Comarcal.  ¡Propuesta aceptada!

3ª Reunión. Punto: La Cooperativa de Gratallops tiene que ceder su bodega actual, para construir la nueva bodega comarcal.

Respuesta de la Cooperativa de Gratallops: Lo acepta y cede el edificio de la Cooperativa, para la construcción de la nueva bodega.

A partir de ese momento me puse a redactar el proyecto y le propuse al arquitecto Hermenegild Pujades, relacionado con Bellmunt del Priorat, que hiciera un esbozo del futuro edificio de la nueva bodega para incorporarlo con mi proyecto y así entregarlo al INCAVI para que lo llevase a cabo.

Estoy convencido que esta bodega ha sido una pieza clave para la mejora de la calidad de los vinos de la Cooperativa Comarcal de la D.O. Priorat, y junto con los vinos que empezamos los productores de los “Closos”, fue el principio del cambio hacia un reconocimiento mundial del Priorat como zona específica de vinos de calidad.

Otra vez más, tenemos que agradecer a Jaume Ciurana su interés para mejorar la comarca del Priorat.

Josep Lluís Pérez
Mas Martinet

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LA GRAN MARIA CARME SIMÓ

CONVERSANDO CON MARIA CARME SIMÓ.

Hoy, 8 de marzo, nuestro sencillo homenaje a la mujer trabajadora. Escogemos una conversación entre dos mujeres. Sara Pérez, nuestra Sara, y una mujer increíble, Maria Carme Simó, de Bellmunt del Priorat. Payesa, ante todo, pero también ha sido Presidenta del CIT (Centro de Iniciativas Turísticas), Alcaldesa de Bellmunt y Presidenta de la Cooperativa de Gratallops. Luchadora. Todo carácter i toda humildad.

El escenario: su casa. Su comedor. De fondo: la viña, el campo. Reconoce que le gusta, aunque se cansa mucho, pero sigue haciendo la poda, la poda en verde, la primera sulfatada (primera y única, “bien mojada la cepa, de abajo hacia arriba”) y a vendimiar.

76 años y se ve de lejos su fortaleza y, a la vez, su sencillez. Desprende ternura y mucha ilusión. Y cuando repasamos su trayectoria parece extrañada, como si se lo hubiera encontrado sin escoger. Pero sí que escogió porque podíamos haber marchado, pero nos quedamos”. Sí, fue de las que se quedaron a trabajar la tierra, como sus abuelos y bisabuelos. Sin referente femenino a quien parecerse, perdió su madre con 8 años, ella fue creciendo y acabó trabajando en el campo, como “su padre, los tíos, las tías, todos… toda la familia”. Y cuando Sara le pregunta si era la única mujer, responde que sí, claro. Todo hombres, pero se encontró cómoda y se quedó allí, con ellos, en la parte alta de las estructuras de poder que existían.

Maria Carme payesa, tiene viña, olivos, avellanos y un par de almendros. El trabajo que prefiere es la poda y no sabe por qué. “Me gusta podar y ¡mira que son cepas viejas y feas! (…) Hay algunas que son muy feas. Hay otras que no, que son bonitas, así, grandes” Y le pregunta a Sara: Tú que eres técnica (…) ¿Por qué? Si los plantaron todos uno detrás de otro…” Nos explica que los plantó su abuelo y que los plantaba cuando tenía céntimos, porque no iban al banco a buscar dinero. Pero su padre ya no plantó ninguno. O sea que sus cepas deben tener más de 100 años, aunque todavía no las ha analizado para saberlo ciertamente, por lógica… Tiene una viña, toda Garnacha y un terreno muy fértil donde crece mucha hierba en primavera: “Y cada temporadita sale una hierba distinta. Ahora de color azul, ahora unas florecitas amarillas, unas blancas, unos gallitos, después otras que son amarillas y blancas (…) ¡Y no veo las cepas!”  

Sara le pregunta si hay relevo generacional y ella dice: “hay el vecino del lado, un chico joven que ha estudiado en Falset y en Tarragona” pero también nos habla del su sobrino que ha ido plantando viña y de otros no tan jóvenes como el chico de al lado, pero jóvenes, al fin y al cabo, que han comprado fincas y las trabajan. Y en Bellmunt, al menos, no han desaparecido tantas fincas.

Para hablar de Maria Carme luchadora nos remontamos al Priorat de antes, donde todos los payeses eran socios de la cooperativa y “las cooperativas iban mal, no vendían el vino (…) y el payes iba a su aire” dice Maria Carme. Un director general de Madrid “en tiempo de Franco” consideró que Priorat merecía ser considerado y se creó el CIT (Centro de Iniciativas Turísticas), parecido a lo que sería una oficina de turismo actual, que se dedicaba a dar a conocer Priorat por todas partes. Se la invitó a ferias por toda España y Maria Carme fue escogida presidenta poco después de su fundación.  Lo fue durante 25 años. Sara le pregunta qué promovían y ella, muy divertida, contesta “humo”. Y es que Priorat no tenía restaurantes ni alojamientos y, de hecho, si la zona era conocida, lo era como zona vinícola, no como destino turístico. Por lo tanto “Era algo un poco avanzado para la época, que igual en aquel momento no hacía mucho trabajo, pero …” comenta Sara.

Y llegó la democracia y se hicieron elecciones en los ayuntamientos. Maria Carme fue escogida alcaldesa de Bellmunt en las primeras elecciones, y de hecho cuando Sara le pregunta “¿cómo se te ocurrió?” y contesta como no podía ser de otra forma: “A mí no se me ocurrió ser alcaldesa” Porque le llegó un poco de rebote y hubiese podido decir que no, pero no lo hizo y se atrevió a ser alcaldesa en un momento en que solo había 7 en toda Cataluña.

Un poco más adelante, presidenta de la Cooperativa de Gratallops. También le propusieron, no se le ocurrió a ella. Y también aceptó, no se planteó decir que no. Lo hizo y fue presidenta. En un momento muy difícil para las cooperativas, recordemos lo de que “el payés iba a su aire”. De hecho, Maria Carme estaba en la junta de la Cooperativa de Bellmunt, pero decidió desmarcarse y se fue de la Cooperativa Comarcal, y ahí fue cuando ella decidió irse a la Cooperativa de Gratallops. Y la Cooperativa de Bellmunt no prosperó, de hecho, desapareció. ¿Una intuición? No lo sabe, pero algo debió ver.

Y esta trayectoria le supuso un reconocimiento por su trabajo y por el hecho de ser mujer y, como tal, la invitaron a muchos actos, ella habla de bolos a los que intentó no ir nunca porque “¿qué tengo que decir? ¿qué tienen que decir de mí?” Siempre ha encontrado excusas para no ir a ningún acto “mucho trabajo y muchos problemas” Sara habla de referente y ella reconoce que, a lo mejor sí, pero que “Yo no lo he buscado” Y aunque ella no recuerda todo lo que aportó a la cooperativa y su funcionamiento. Es consciente que cambió las cosas, hubo un antes y un después. Ella responsabiliza del cambio a Jaume Ciurana, el que entonces era Director General del Incavi. Una persona que amaba Priorat y el vino. Era enólogo y descendiente de la comarca, y apostó fuerte para cambiar las cosas: “si se tiene que vender vino se tienen que hacer las cosas bien hechas. Y se tienen que cuidar la uva desde que se planta la cepa hasta que se vende el vino” E iban por las cooperativas repitiendo el discurso y “la gente se los escuchaba y les parecía música celestial” Pensemos que, en ese momento, no había vino embotellado, solo Escaladei embotellaba. Eran finales de los 70 y principios de los años 80.  Y explica: “vinieron con tu padre, René Barbier y todos esos que, claro, pagaban la uva muy bien y se fue mucha gente de la cooperativa porque en la cooperativa no cobraban” Porque el vino se tenía que vender, pero como muy bien decía el padre de Maria Carme: “se tiene que vender, pero se tiene que cobrar”  

Hizo muchas cosas como presidenta, primero dejarse asesorar por la Federación de Cooperativas, es decir aceptar que no lo sabía todo. Y después y puede que lo más importante de todo, poner un gerente “Porque tiene que haber un gerente. Que un payés no tiene por qué saber ni estar todo el día allí, porque tiene trabajo en el campo y no puede estar todo el día allí, en un despacho” Y poco a poco, la cooperativa se fue adelante y “ahora cobramos cada mes” Y lo dice como si fuera una gran cosa, porque de hecho lo es.

Maria Carme: “Si no hubiésemos estado nosotros, todos ellos, ni René Barbier, ni Álvaro Palacios, ni Carlos Pastrana, no hubiesen encontrado absolutamente nada, sino la cooperativa no hubiese existido. Los payeses ante la evidencia han tenido que hacer las cosas bien hechas. Han tenido que venir de fuera para que lo vieran claro porque a los de aquí no se los creían.”

Sara: “Ha pasado en muchas partes, pero también tiene que ver con el cansancio, de verlo desde dentro, cuando has luchado, cuando has trabajado y no sales adelante. Y no lo ves. Y te lo dicen. Y no lo ves. Y no lo haces. Y te lo dicen. Y no lo ves. Y no lo haces. Entonces alguien lo hace y dices: ah, pues a lo mejor sí. Pero…. ¿no? Se necesita aprender. Lo que tú dices… no sabemos…”

Maria Carme: “Entonces, algunos iluminados que nos lo debíamos creer o no sé lo qué”

Sara: “Lo visteis antes. Pero ya teníais como una intuición. Porque luchaste mucho antes de que nada fuera evidente”

Es curioso como no fueron conscientes de la lucha, de todo lo que defensaron y trabajaron por mantener… pero es verdad que desde la cooperativa se hizo un gran trabajo. Desde la cooperativa y también por parte de Assumpció Peyra en Escaladei, Magdalena de Masia Barril (que no embotelló hasta 1980 y que también iba por todas las ferias a defensar el vino del Priorat), August del Celler Cecilio. I muchos otros que creyeron en el Priorat cuando no era nada. Entre ellos “aquel director general… cómo se llamaba (…) si lo viese, alucinaría, pobre. Porque ese hombre también lo vio”.

Le preguntamos si hubiese hecho algo distinto: “No, me parece que no. A lo mejor no pienso tan lejos. Y ahora todavía menos. Ahora pienso al día. Porque cada día me trae alguna cosa distinta” dice muy convencida.

Sara le pregunta si bebe vino y nos dice: “poco, los domingos” con la familia, con sus hermanas. Le gusta y siempre tiene dos botellas en la cocina, pero solo bebe los domingos. Y, sobre todo, siempre regala vino, tal y como decía Jaume Ciurana y siempre recuerda.

I no puede ser de otra forma, Sara tiene que preguntar por el rancio: “Y los rancios. ¿Habéis hecho rancio alguna vez?” Una barrica de vino rancio que empezó su padre. Un vino rancio de vino blanco (“porque el de vino tinto se echa a perder”). “Y, ¿lo tomas?” le pregunta Sara. “Sí, me gusta. Con dulce. Cuando como dulce. Sí que me gusta” Y lo probamos y brindamos. Vino rancio con galletas. ¡Un lujo!

¡¡Gracias Maria Carme!! ¡Un placer conversar contigo y con todo lo que representas!

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LA ESCUELA DE ENOLOGÍA DE FALSET

LA ESCUELA DE ENOLOGIA DE FALSET

En el 1982, cuando obtuvimos el permiso para dar los cursos de grado superior de Viticultura y Enología, nos entregamos de lleno. Y durante el curso siguiente ya tuvimos más alumnos inscritos. Además de los chicos y chicas de la comarca y comarcas vecinas, vinieron muchos chicos hijos de cavistas del Penedés.

En primer lugar, para nosotros aprender la especialidad lo más rápidamente posible, nos desplazó un par de veranos a Burdeos, para conversar con profesores de la Universidad de Enología y visitar las Estaciones Enológicas, hablar y preguntar a los técnicos de la región a fin de captar la dimensión de esta especialidad y los parámetros que la definían. Sobre todo, la importancia de la calidad de los vinos y cómo ésta define los precios. Todo esto respecto al elaborador del vino, ya que es lo que a nosotros nos interesaba. Debíamos tener claro como teníamos que trabajar para ser unos enólogos excelentes y a partir de esta premisa, poder transmitirlo a los estudiantes.

Nos teníamos que ceñir a las materias que decía el programa, eso era evidente, pero yo quería algo más, basándome en el principio de Confucio “aprendo cuando lo hago”.  Este principio ya lo apliqué en Viaró, pero allí teníamos el presupuesto suficiente para hacer posible que los alumnos dispusiesen del material, las herramientas y los aparatos para poder “aprender haciendo las cosas”. Pero en el colegio de Falset, teníamos que espabilarnos, alumnos y profesores, ya que el presupuesto de nuestro departamento no contaba con los elementos básicos, para poder “hacer”, lo que era indispensable para aprender.

Una vez tuve claro que no podíamos confiar solo con el presupuesto del colegio, me decidí a buscar los medios económicos a partir de las prácticas que haríamos durante el curso.

Una de las cosas que hicimos fueron los Trabajos de Investigación. La Consejería de Educación convocaba cada año un concurso de investigación escolar, los premios CIRIT, con recompensas en metálico. ¡Eso fue extraordinario, porque matábamos dos pájaros de un tiro! Cuando daba clases y salía un tema del que podíamos sacar una experiencia, la planteábamos y se otorgaba a un grupo de dos o tres estudiantes que tuviesen cierto interés. De esta forma, cada curso hacía distintas experiencias y toda la clase las entendía, porque visualizaban los resultados. Cada año presentábamos tres o cuatro experiencias y las que teníamos la suerte que salían premiadas, eran dinero que nos servía para engrandecer la caja del departamento. Lo hicimos durante 5 años y en total presentamos 15 trabajos de investigación, de los cuales 7 fueron premiados. Estos premios se entregaban en el Palacio de la Generalitat e íbamos alumnos y profesores a recogerlos. Fue muy importante porque los chicos estaban muy motivados y como consecuencia el aprendizaje era mucho más efectivo.

Otra cosa que hicimos fue ir a podar a jornal. Vino el tiempo de poda y pensé aprovechar la ocasión para que los alumnos aprendiesen a podar, podando. Contacté con el propietario de un viñedo y le propuse podarle la finca con los alumnos, a un precio razonable y yo me comprometía a estar siempre presente, enseñándoles y haciendo el seguimiento. Le pareció bien y lo hicimos un par de años.

La tercera actividad trataba de elaborar un vino, embotellarlo y venderlo. Eso representaba comprar la uva, entre los alumnos y profesores, y lo propusimos a los padres que lo encontraron muy positivo. Así, además de hacer la práctica de la elaboración, también practicarían el concepto comercial. Aprovechando que teníamos uva hicimos distintas experiencias de maceración carbónica, vino de aguja y otros.

Los estudiantes estaban realmente motivados y en las clases había muy buen ambiente, y eso hacía que aprendiesen muy bien. Aprovechando esa buena atmósfera, pensamos que sería interesante que visitasen las zonas vitivinícolas más importantes de Europa. I así lo hicimos, al final de curso i después de los exámenes, alquilábamos un autocar con chófer y ¡para Europa!

Nos las arreglamos para que los viajes no nos costasen demasiado dinero, nos instalábamos en cámpings que para los chicos era mucho más motivador e informal, venía Rafel, un cocinero de Falset, que nos hacía las comidas. Cogíamos los utensilios de cocina de la residencia de la escuela y nos llevábamos los alimentos para una semana.

Montse y yo preparábamos, meses antes, las visitas que haríamos a diferentes productores y bodegas o institutos vitivinícolas.  Eso lo hicimos 4 años, del 1984 al 1988. Y de esta forma visitamos las zonas de Burdeos, Borgoña, Champagne, la Escuela de Changins de Suiza, la Universidad Vitícola de Geisenheim en Alemania, Alsacia, Piamonte italiano, etc.

Fueron unos viajes muy provechosos porque cada día hacíamos 3 o 4 visitas y los chicos llevaban un cuestionario preparado. Por la mañana el cocinero nos hacía el desayuno y nos daba un bocadillo para el mediodía. En terminar el día, volvíamos al cámping y el cocinero nos hacía la cena, luego, todos en círculo comentábamos las visitas hechas y las dudas que quedaban pendientes por preguntar al día siguiente.  Dos alumnos se encargaban de hacer un resumen de todas las visitas del viaje para repartirlo a todos.

Fueron unos años muy intensos porque pude aplicar la didáctica que aprendí con el profesor Piaget, durante mis estudios en Suiza. Pero cuando la escuela pasó a depender de la Consejería de Educación se terminó todo. Ya no podíamos comprar uva de forma colectiva, para hacer el vino y venderlo, ya no podíamos hacer muchas experiencias porque no había suficiente presupuesto… pero, en fin, siempre recordaré aquellos años como una etapa en la que pudimos estimular a toda esa juventud para que se formase para trabajar para la sociedad. La mayoría de ellos están ahora haciendo vino por todas partes de las comarcas de Cataluña y muchos son los que forman el grosor de productores del Priorat actual.

Josep Lluis Pérez Ovejero y Montse Ovejero
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