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NUESTRO ACOMPAÑAMIENTO A LA VIÑA

NUESTRO ACOMPAÑAMIENTO A LA VIÑA

«Y la poda es clave en la domesticación de la viña, a nivel de individuo. De cuidados. De responsabilidad. Porque la poda de inverno puede encarnar el acto más agresivo y violento hacia la viña si no somos capaces de tener cuidado, escuchar, observar, tomar conciencia de cada acto, cada gesto, de cuestionarnos y de establecer una relación con el entorno, con la viña que domesticamos.¨ 

Sara Pérez

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ROC Y LA ACADEMIA DE PODA

ROC Y LA ACADEMIA DE PODA

Hoy la conversación se da entre Sara Pérez y Roc Gramona. Roc es hijo de una empresa que este año lleva 100 años dedicada a la viticultura y al mundo del vino en el Penedès. Enólogo y apasionado del viñedo. Se define como «un enólogo que poda de vez en cuando»

Al frente de la Academia de Poda se dedica, junto con otros profesionales del sector y del Penedès, a formar y enseñar la metodología de la poda de respeto desde 2014. Una metodología sensible y respetuosa con el viñedo. Un oficio, el de podar, perdido por la progresiva mecanización que han ido sufriendo nuestros cultivos.

Ahora mismo, la Academia de poda está ofreciendo un Curso Superior en Poda de Respeto: protección y longevidad del viñedo bajo el paraguas de la Fundación URV. Una relación curiosa entre una entidad de alma renovadora y una institución muy academizada, como una Universidad. La historia se remonta a los inicios de la Academia. Gramona trabajó con Simonit & Sirch de 2010 a 2012 y allí tiene su primer contacto directo con esta metodología que no es innovadora pero sí recuperada. Su padre, como director del clúster INNOVI, se dio cuenta de que en la península no había ninguna escuela ni posibilidad de formarse en poda, en contra de lo que ocurría en otros países como Francia o Italia. De ahí la idea de crear una escuela de poda. La relación con la Universidad vino de forma natural, ya que es allí donde el padre trabajó como profesor y donde él, Roc, se ha formado como enólogo, una institución que “se aman con todas sus virtudes y todos sus defectos”, como bien nos explica. Una actualización de conocimientos totalmente necesaria porque divulga una visión que difiere de la metodología más tradicional hasta ahora transmitida. Una metodología, esta de la poda de respeto, que tiene como rasgo fundamental la longevidad de la planta y su equilibrio, entendiendo equilibrio como salud, no centrada sólo en la producción o relación grado/acidez/pH. Una visión holística del trabajo más importante en el viñedo.

Con la idea de no banalizar conceptos (como ha pasado con la sostenibilidad, por ejemplo) y con el fin de unificar criterios, queremos que nos explique de dónde sale este término de poda de respeto y con qué actitud, qué expectativa y qué recorrido tiene. Y entonces nos da un poco de historia para poder entenderlo todo mejor, sobre todo para entender por qué se la conoce como poda italiana si ellos no la han inventado. Pero el trabajo de reconocimiento de la metodología sí nace en Italia.

En un momento en que la edad media de nuestros viñedos se está reduciendo debido a la mecanización, como en otros sectores, ha hecho que cambiáramos nuestra forma de entender la viticultura. Hacia los 70/80 empezamos a transformar las fincas y cambiamos

la formación en vaso de la viña por el emparrado. La poda del vaso permite crecer la planta y ramificar, un concepto muy importante. En cambio, en el emparrado hay un alambre, lo que hace es limitarla, ponerle barreras, frenarla. Un hilo que cambia el comportamiento natural del viñedo drásticamente.

Y poco a poco, vamos transformando la forma en que podemos el vaso. Un vaso que siempre habíamos podado perfectamente, ahora empezamos a rebajarlo, le hacemos heridas excesivas… Y después de 40 años nos damos cuenta de que las plantas se secan, que no son plantas sanas.

Y eso, los primeros que se dieron cuenta fueron los italianos (Simonit & Sirch). Supieron detectar este problema antes que nadie y lo recogieron, observaron y transmitieron. Han encontrado la manera de enseñar este “bien común” (como muy bien dice Roc) de forma simple y eficaz a los equipos de campo de las bodegas.

La poda de respeto no deja de ser esa poda olvidada, que ya habíamos utilizado en casa durante muchos años y que nos aseguraba una planta longeva. Como el cordón trenzado o el vaso en nuestra casa, la Chablis en Francia, el de Jerez (vara y pulgar), mucho más complejo.

¿Y la poda tradicional versus poda de respeto? Le preguntamos. Para él, la poda tradicional es aquella poda que empezamos a utilizar en los años 80, cuando nuestra mentalidad cambia el sistema de formación y transforma nuestra forma de podar, a una poda mucho más mecanizada, mecanizable. “Yo creo que la gran mayoría de gente, cuando se refiere a la poda tradicional, se refiere a esto, que es un nombre que no se adecua porque para mí la poda tradicional en serio, debería ser esa poda de toda la vida, hecha en vaso…” las podas olvidadas. Esta poda de toda la vida, la que deberíamos llamar tradicional, pero hemos malentendido el nombre.

“Quizá lo difícil es darse cuenta de que no sabemos podar. Aceptarlo. Volver a conectar, para dejar fluir la intuición acompañando a la planta y su crecimiento, entendiéndola, observándola” apunta Sara que está también siguiendo el curso de la Academia.

Una forma de simplificar la poda para poder explicarla a los temporeros, para facilitar el trabajo en la parte productiva. Aunque para llegar a esta simplificación se debe mirar la cepa, interpretar su vigor, sus ramificaciones, los entrenudos, determinando si es necesaria una poda más larga o una poda más corta, la varietal, qué producto final queremos. todo esto teniendo en cuenta sus 4 puntos principales:

Dejar ramificar, dejar crecer la planta. Es el primer concepto, el más simple y necesario de todos y el más rompedor porque invierte la tendencia de estos últimos años de rebajar la planta. Si seguimos este concepto, las heridas provocadas por la poda son más pequeñas y, por tanto, la capacidad de cicatrización de la planta es más alta.

Seguir el flujo de savia, aunque dependiendo de la formación se puede seguir más o menos. El vaso, al tener más movimiento, te permite seguir mejor las inercias de ramificación, elegir mejor por dónde pasa el flujo de savia.

Y en los últimos puntos, la madera de respeto y el corte a corona, dos criterios que se pueden resumir en uno solo, realizar cortes en la madera de 1 ó 2 años y con respeto porque la planta no es capaz de cicatrizar.

 “Como todo es un conocimiento que se debe saber asentar y poder reflexionar sobre por qué lo estamos haciendo, cuáles son las necesidades de cada finca (…) Es decir, como en los vinos naturales: no por no añadir sulfuroso eso será un vino natural. (…) va mucho más allá”

La poda de respeto es, en definitiva, una metodología de poda que no nos queda tan lejos en el tiempo y que ha permitido que viñedos de más de 100 años lleguen a nuestros días. Una poda para recuperar y seguir viendo viñedos viejos en nuestros campos.

Gracias Roc por tu tiempo, por tu sinceridad y la forma tan clara de explicarlo.

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PODA JOSEP LLUÍS Y MONTSE

LA PODA INTELIGENTE DE JOSEP LLUÍS Y MONTSE EN LOS INICIOS DE MAS MARTINET

En las regiones vitivinícolas como la Borgoña, los vinos de calidad se producen en pendiente pronunciades donde los suelos poco fértiles facilitan el control del vigor de las cepas y producen una uva de calidad extraordinaria. En cambio, en los llanos donde han sedimentado los terrenos meteorizados y transportados de las pendientes, los suelos suelen ser muy fértiles y normalmente se utilizan para el cultivo de forraje.

A partir de los años noventa, cuando los vinos del Priorat empezaban a ser reconocidos por la prensa internacional, se nos presentó una duda en cuanto a la utilización de las variedades tradicionales como la Garnacha y la Cariñena, en las nuevas plantaciones en terrazas. ¿Podríamos mantener la misma calidad y personalidad de los vinos de viñas viejas, con estas uvas de viñas jóvenes?

Paseando por las viñas jóvenes, en tiempos de vendimia, observamos que de los sarmientos delgados colgaban uvas sueltas, que destacaban por su maduración homogénea, en cambio en otros sarmientos de un diámetro superior, los racimos eran compactos, de bayas grandes y apretadas. Tomamos la decisión de cuantificar esta relación haciendo un pequeño estudio estadístico que nos confirmó nuestra observación y nos encaminó hacia la búsqueda de sarmientos más delgados, para obtener una mejor calidad de la uva, controlando el vigor de la cepa.

Una manera de obtener estos sarmientos más delgados, según observamos después de descartar algunas opciones, fue optar por aumentar el número de sarmientos. Pero para hacerlo necesitábamos espacio y, en nuestro caso, las cepas estaban formadas y el brazo estaba limitado. Por eso, utilizamos un doble emparrado en una de las fincas donde trabajábamos y, en la otra, ideamos el sistema del emparrado circular.

Teníamos claro el diámetro aproximado que debían tener los sarmientos de nuestras viñas, pero no sabíamos cuántos sarmientos por planta necesitábamos. Así que estudiamos cómo tenía que ser nuestro sarmiento “ideal”. Para hacerlo teníamos que pesar cada sarmiento para saber su peso en gramos y, con ello, descubrir su peso medio. El peso medio que nos era necesario para obtener una uva de morfología óptima. 

Sin entrar en más detalles, finalmente apostamos por una poda inteligente para dejar el número de sarmientos adecuado al vigor de cada cepa con la finalidad de repartirlo y así incidir directamente en la calidad de la uva.

 

Más adelante, podréis encontrar más información de este tema y otros igual de interesantes en un nuevo apartado de www.masmartinet.com dedicado exclusivamente a los estudios y experiencias de Josep Lluís Pérez y Montse Ovejero.

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PODA, RESPONSABILIDADES Y OTRAS DOMESTICACIONES…

PODA, RESPONSABILIDADES Y OTRAS DOMESTICACIONES...

Aunque no prestemos atención a las alteraciones que hemos provocado durante milenios y las hagamos naturalizado y, ya lejos de sorprendernos, las sentimos justes y necesarias, no nos redime de ser, día a día y por siempre jamás, responsables. Y una de estas alteraciones brutales a la que dedicamos meses cada año de nuestras vides es la poda de invierno.

La poda es el acto de rejuvenecer año tras año una planta para que nos dé más frutos de los que ella necesita para reproducirse.

¡Uau! ¿Cómo es posible que hayamos conseguido esta alteración de la vida natural en nuestro provecho?

Pues a través de la domesticación, que es el proceso provocado y guiado por el ser humano en que plantas y animales pasan del estado salvaje al estado doméstico para conseguir alimentos u otros recursos. El descubrimiento de la agricultura, del conreo de plantas y de la domesticación de éstas es el eje vertebral de la revolución del neolítico, hace 11.000 año. ¡La primera gran Revolución!

Y llamamos revolución a la creación a escala planetaria de nuevos paradigmas, y la primera tiene que ver con desatarse de las leyes naturales, de los equilibrios naturales vividos hasta el momento. Tiene que ver con cómo el ser humano modifica el entorno a nivel planetario.

Así entendemos la domesticación como la modificación de caracteres morfológicos, fisiológicos y hasta comportamentales, nuevos y hereditarios, debido a la interacción y a la intervención prolongadas y hasta una selección deliberada por parte del ser humano. Y así hemos centrado la evolución de nuestra cultura occidental en la modificación y el control del entorno… para podernos creer el ombligo del mundo.

De hecho, es solo una manera de ver, podríamos habernos centrado en la observación de la naturaleza, como eje de nuestra cultura, y hubiésemos encontrado respuestas distintas, y nos hubiésemos relacionado con el entorno de manera distinta. Pero no.

Para entender este afán de domesticación hemo tenido en cuenta que ocurre a dos niveles, el nivel de especie (que es un nivel histórico, casi planetario, y que tiene que ver sobre todo con la selección) y el nivel de individuo (o de comunidad, y todo lo que tiene que ver con el cuidado directo de la planta o plantas domesticadas aquí y ahora).

Y uno de los procesos más intensos a nivel de individuo es sin duda la poda. La viña no quiere ser podada, la viña se ramifica, sube hacia arriba, se tuerce, se engancha, se aleja, crece, crece, crece y nosotros le damos un espacio pequeño donde moverse, donde crecer, siempre insuficiente. La tutorizamos, la cortamos, la conducimos, la rebajamos, la rebajamos, la rebajamos.

Y la poda, que es el proceso que nos ocupa, es clave en la domesticación de la viña, a nivel de individuo. De cuidados. De responsabilidad. Porque la poda de inverno puede encarnar el acto más agresivo y violento hacia la viña si no somos capaces de tener cuidado, escuchar, observar, tomar conciencia de cada acto, cada gesto, de cuestionarnos y de establecer una relación con el entorno, con la viña que domesticamos.

De hecho, creo que en el cuidado de la vid aquí y ahora, prefiero mil veces la acepción de domesticación de El pequeño principito, A. Saint-Exupéry, 1943.

– ¿Qué quiere decir “domesticar”?
– Es una cosa demasiado olvidada —dijo el zorro—. Quiere decir “crear lazos”…
– ¿Crear lazos?
– Claro —dijo el zorro—. Para mí, de momento solo eres un niño igual que cien mil otros niños. Y no te necesito. Y tú tampoco no me necesitas. Para ti, solo soy un zorro igual que cien mil otros zorros. Pero, si me domesticas, nos necesitaremos el uno al otro. Para mi serás único en el mundo. Para ti, yo seré único en el mundo…

(…)

– Solo se conocen las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los comerciantes. Pero como no hay comerciantes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
– ¿Qué hay que hacer? —dijo el pequeño principito.
– Se tiene que ser muy paciente —respondió el zorro. Para empezar, te sentarás una poco lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. El lenguaje es una fuente de malentendido. Pero cada día te podrás sentar una poco más cerca…

 Y observar. ¿Qué esperamos de la viña?, ¿qué queremos obtener? ¿qué damos a cambio?, ¿cómo facilitamos su crecimiento? ¿su evolución? ¿cómo la cuidamos? ¿cómo la permitimos?

Y así la poda podrá ser un acompañamiento, un entender, un comprender fruto de la observación de la naturaleza, y podremos permitir a las plantas crecer y crecer y ramificarse y expandirse… y a lo mejor un día, nos habremos dejado domesticar por la viña.

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