En las regiones vitivinícolas como la Borgoña, los vinos de calidad se producen en pendiente pronunciades donde los suelos poco fértiles facilitan el control del vigor de las cepas y producen una uva de calidad extraordinaria. En cambio, en los llanos donde han sedimentado los terrenos meteorizados y transportados de las pendientes, los suelos suelen ser muy fértiles y normalmente se utilizan para el cultivo de forraje.
A partir de los años noventa, cuando los vinos del Priorat empezaban a ser reconocidos por la prensa internacional, se nos presentó una duda en cuanto a la utilización de las variedades tradicionales como la Garnacha y la Cariñena, en las nuevas plantaciones en terrazas. ¿Podríamos mantener la misma calidad y personalidad de los vinos de viñas viejas, con estas uvas de viñas jóvenes?
Paseando por las viñas jóvenes, en tiempos de vendimia, observamos que de los sarmientos delgados colgaban uvas sueltas, que destacaban por su maduración homogénea, en cambio en otros sarmientos de un diámetro superior, los racimos eran compactos, de bayas grandes y apretadas. Tomamos la decisión de cuantificar esta relación haciendo un pequeño estudio estadístico que nos confirmó nuestra observación y nos encaminó hacia la búsqueda de sarmientos más delgados, para obtener una mejor calidad de la uva, controlando el vigor de la cepa.
Una manera de obtener estos sarmientos más delgados, según observamos después de descartar algunas opciones, fue optar por aumentar el número de sarmientos. Pero para hacerlo necesitábamos espacio y, en nuestro caso, las cepas estaban formadas y el brazo estaba limitado. Por eso, utilizamos un doble emparrado en una de las fincas donde trabajábamos y, en la otra, ideamos el sistema del emparrado circular.
Teníamos claro el diámetro aproximado que debían tener los sarmientos de nuestras viñas, pero no sabíamos cuántos sarmientos por planta necesitábamos. Así que estudiamos cómo tenía que ser nuestro sarmiento “ideal”. Para hacerlo teníamos que pesar cada sarmiento para saber su peso en gramos y, con ello, descubrir su peso medio. El peso medio que nos era necesario para obtener una uva de morfología óptima.
Sin entrar en más detalles, finalmente apostamos por una poda inteligente para dejar el número de sarmientos adecuado al vigor de cada cepa con la finalidad de repartirlo y así incidir directamente en la calidad de la uva.
Más adelante, podréis encontrar más información de este tema y otros igual de interesantes en un nuevo apartado de www.masmartinet.com dedicado exclusivamente a los estudios y experiencias de Josep Lluís Pérez y Montse Ovejero.