VINOS OXIDATIVOS 

Cuando pensamos en vino, ya sea como consumidor, elaborador, sumiller, portfoli managers, comprador o, simplemente, como apasionado; muchos de nosotros pensaremos en blancos, negros, espumosos, rosados…. y finalmente, a lo mejor, incluimos una pequeña casilla o dejamos un pequeño espacio para los vinos “especiales” donde caben dulces, rancios, vinos fortificados, etc.

En los últimos 40 años, las revoluciones en el universo vinícola se han ido sucediendo a una velocidad difícilmente “tolerable” en un sector donde las decisiones se toman, a menudo, para que puedan aprovecharse por nuestros hijos. La llegada de los vinos de fruta, concentrados, maderas nuevas, variedades Internacionales, emparrados en los viñedos, alta tecnificación, etc. Desplazaron un tipo de vino más afinado, suave, con menos carga frutal y menos exuberante.  En definitiva, parecía que los grandes vinos clásicos de Burdeos, Borgoña, Rioja, Jerez y Oporto habían caído en el olvido por gran parte de los consumidores. La inmediatez y el impacto a corto plazo se habían impuesto.  Los últimos años, con la vuelta de las variedades locales, sistemas de poda tradicionales, vinos equilibrados y crianzas más respetuosas han venido acompañados, también, de una reivindicación de los productos de tradición local, maridajes regionales y consumo de proximidad. Y ahora, abrazamos los vinos blancos macerados con pieles, que incluso nos han aportado un nuevo color a las cartas de vinos. No nos sorprendemos con los rosados envejecidos y con los espumosos con degollado antiguo. Y, lo que por muchos fue considerado un error y/o defecto, actualmente lo vemos más como una virtud y diferenciación.

Es precisamente en las variables del tiempo, en los errores y los defectos, donde los vinos “oxidativos” se sienten cómodos. Ya sea elaborados con velo, dulces envejecidos, rancios secos, sol y serena o mezcla de añadas. Vinos blancos, tintos y rosados secos con crianzas infinitas, aromas complejos y animales, volátiles elevadas, etc… pero que nos piden paciencia para cocinar, para comer y sobre todo largas sobremesas para que puedan explicarnos toda la historia que hay en cada gota, cada sorbo. Pero, por encima de todo, nos exigen tolerancia, aceptación y mente abierta para sacarnos, de una vez por todas, la idea de los defectos, de los errores… y abrirnos al rico patrimonio que la historia y las tradiciones locales nos han dejado a lo largo del tiempo.

Tenemos que buscar en nuestro día a día, ese momento para pensar, reflexionar, leer, conversar, y acompañarlo de una copa de este rico patrimonio que nos han dejado todos los viticultores y elaboradores de todo el mundo. Pero, sobre todo, me gustaría reivindicar todos los vinos oxidativos de la Mediterránea. Creo, no sé si equivocadamente o no, que es precisamente en esta gran zona, con una luz especial, donde estos vinos pueden hablarnos de tradición, de tiempo, de la historia propia y de pasión. Porque… ¿quién dijo que la oxidación es un defecto?

Roger Valls
Mas Martinet

 

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