UNA PEQUEÑA CONTRIBUCIÓN CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO. BIOCHAR.

Carbón Vivo es una cooperativa de trabajo sin ánimo de lucro que tiene como objetivo valorizar los residuos y, en concreto, la democratización del Biochar (biocarbón). Javier Fernández, miembro de la cooperativa nos explica de manera muy comprensible qué es y para qué sirve este carbón vegetal tan especial.

Biochar es una palabra bastante nueva que sirve para diferenciar el carbón vegetal tradicional de este biocarbón. Un tipo de carbón con muchas aplicaciones, entre ellas la agronómica. A diferencia del carbón vegetal que conocemos, el biocarbón nunca se debe quemar. Y ésto es lo que le hace tan importante medioambientalmente, porque el Biochar está considerado por el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), el comité científico de la ONU que estudia el cambio climático, como una de las 6 herramientas de emisiones negativas válidas para combatir los efectos del cambio climático.

El Biochar da una estabilidad muy interesante y duradera al carbono que contiene. Es decir, garantiza que el carbono no se volverá a emitir como CO2 entre 700 y 3000 años. No se degradará por la acción de los microorganismos, que son los que lo oxidan y lo vuelven a emitir. Eso es lo que ocurre con la materia orgánica normal, si la dejamos al sol o hacemos un proceso de compostaje se degrada por la acción microbiana y se vuelve a emitir como CO2. La naturaleza es carbono neutro. Todo lo que absorbe, a la larga, vuelve a emitirse, por lo tanto, resulta totalmente equilibrada. Eso sí, durante esta transición, hay muchos beneficios para los ecosistemas. Pero precisamente en nuestro planeta tenemos un problema de exceso de CO2 y por esta razón, las herramientas de este tipo (Carbono Negativas) son muy interesantes. La madera de las plantas que cuenta con el carbono (captado por las hojas durante la fotosíntesis) se carboniza y entonces le da esta estabilidad y durabilidad.

Otra característica del Biochar que también es interesante, es el hecho de almacenarlo en el suelo. Hay dos principales sumideros naturales de carbono. Uno de ellos: los océanos. A estas alturas están saturados, pero no pueden parar de captar CO2, que se va disolviendo en el agua y, como consecuencia, nos provoca una acidificación de las aguas. Este es un hecho muy peligroso que está comportando la desaparición de especies que no pueden vivir en este PH tan ácido. El otro sumidero natural es el suelo. El suelo tiene una capacidad enorme de almacenar carbono y, por esta razón, el hecho de aplicar Biochar en nuestros cultivos, hace que quede almacenado de manera segura. Además, este almacenamiento nos conlleva muchos beneficios para todo el ecosistema del suelo. Normalmente solemos hablar de deficiencia de materia orgánica en nuestros suelos. Pero el 50% de esta materia orgánica es carbono orgánico que es lo que, en gran medida, es el Biochar: carbono orgánico estable que quedará en nuestras tierras entre 700 y 3000 años.

Pero como todo, no todo lo que se vende como Biochar tiene las mismas propiedades ambientales y agronómicas. Hay dos organismos internacionales que se dedican al estudio y la investigación de este biocarbón: IBI (International Biochar Iniciative) y el Instituto Itaca. Dos organismos científicos, aunque el segundo tiene una mirada científica y ecológica a la vez (está compuesto por científicos ecólogos). Es precisamente este último, el Instituto Itaca, quien dice que para considerar un carbón vegetal como Biochar se deben cumplir una serie de condiciones de sostenibilidad en todo el proceso. Partiendo de la materia prima que debe ser obtenida localmente y de forma sostenible. Es decir, hay que producir la madera local pero además de especies autóctonas. Ni que la deforestación de nuestros bosques para plantar especies foráneas de crecimiento rápido. Y, por supuesto, tiene que seguir unos criterios de calidad del producto, propiedades fisicoquímicas que comprobaremos analíticamente. También se habla de la eficiencia del proceso en cuanto a la energía que se consume para producir el Biochar.

El Biochar no es un fertilizante, al menos no inicialmente. Lo que determinará si es o no es un fertilizante será la materia prima a partir de la cual se produce. Se puede producir de los restos de la gestión forestal, de residuos de industrias tales como la industria del brezo (utilizado en jardinería), de la poda de diferentes cultivos… Es en estos casos cuando no tiene muchos nutrientes. Pero también se puede producir a partir de los lodos de depuradora, camas de granja o de basura. En estos casos, su riqueza en nutrientes es muy elevada y sí que lo podríamos considerar como fertilizante.

El Biochar es, en sí mismo, un regenerador, un estructurador, un acondicionador de suelos. Es un excelente transportador de fertilidad y de vida. Hay que imaginarse el Biochar como una esponja, que se puede llenar de agua y de nutrientes porque tiene una gran capacidad de retención. Ésto es lo que hace que sea tan interesante a nivel agronómico. Esto, y el hecho de que sea el hábitat ideal para los microorganismos del suelo. Como esponja que es tiene muchos poros que los microorganismos (bacterias y hongos) colonizan, aprovechan para habitarlo. Unos microorganismos básicos en la fertilidad de los suelos. Hay poros que se llenan de agua y, en cambio, otros se llenan de oxígeno. Y son precisamente los microorganismos que viven en condiciones aeróbicas los más beneficiosos para nuestros cultivos.

Por lo tanto, la alta capacidad de retención de agua, de alta capacidad de retención de nutrientes y de promotores de vida microbiana. La capacidad de retener agua la podemos traducir en una reducción del riego, de consumo de agua, y de nutrientes, podemos reducir la fertilización de nuestros cultivos, manteniendo o incluso aumentando la productividad. Aunque esto todavía está en fase de estudio, ya que son procesos muy lentos y, además, intervienen otros factores (como el clima, el cultivo, etc.) Pero lo que es indudable es que estamos mejorando las propiedades del suelo, su estructura y la capacidad de retención, tanto de agua como de nutrientes.

Desde la cooperativa Carbón Vivo está produciendo Biochar de forma artesanal, aunque se está buscando inversión para poder realizar el proceso de forma más industrial. De momento, sin embargo, utilizan unos hornos desarrollados por el Instituto Itaca. Un diseño de bajo coste que se hizo pensando en la democratización del Biochar y poder implementarlo en países en vías de desarrollo. También comercializan el Biochar y hacen formaciones sobre este biocarbón y su aplicación, participando en proyectos ambientales de valorización de residuos, a través de su transformación en Biochar.

Y además, es muy fácil de hacer, el Biochar. Todo el mundo está capacitado para producirlo. Hay una manera muy sencilla de hacerlo de manera artesanal. Aunque también es una industria para desarrollar en nuestro país. En el caso de Mas Martinet, este será el primer año que han comenzado a utilizarlo, de momento, en la finca de Clos Martinet. Procedente de la carbonización de la poda de la vid, la aplicamos a la finca justo antes de empezar la poda en verde. Todo lo que se pueda hacer para disminuir los efectos del cambio climático por nuestra parte, siempre será poco, aunque recordamos el «Capità Enciam» que decía: los pequeños cambios son poderosos.

 

Muchas gracias Javier por atendernos y explicarnos con tanto detalle vuestro trabajo.

 

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