Un lugar: Vilabella. Una viña: Cartoixà Vermell. Dos parejas y un proyecto en común para homenajear los rosados mediterráneos de poco grado.
Después de largas sobremesas y discusiones entre Oriol Pérez de Tudela, Mercè Salvat, René Barbier y Sara Pérez quisieron demostrar que los rosados de poco grado tenían personalidad propia y lo hicieron recuperando algunas variedades como Sumoll (Montmell), Trepat (Conca de Barberà) y Cartoixà Vermell (Vilabella). Desafortunadamente de todos los proyectos solo el último tuvo éxito y con él, el vino de Escabeces.
Una variedad tradicional de casa, de la zona del rio Gaià, del interior de Tarragona, que poco a poco se ha ido perdiendo por su bajo rendimiento y por su piel más bien dura. Una uva muy rústica que se ha ido puliendo para mostrar la tipicidad varietal de la manera más fina y equilibrada posible.
La finca, muy productiva, y de las pocas que quedan de esta variedad, se ha trabajado para concentrar su producción de poco grado y con pocas posibilidades de maduración. Las dos primeras añadas produjeron un vino extremadamente tánico y con mucha dilución que no salió al mercado. Finalmente, la añada 2016 se elaboró como si fuese un tinto macerado con piel durante la fermentación para conseguir su color rosado y una marcada mineralidad. Su crianza en arcilla y madera consigue redondear y afinar este vino de poca fruta en boca, pero extremada finura. Un vino seco, botánico, marcado por el cítrico que desprende la variedad.
Madurez, complejidad, concentración, infusión y frescura en equilibrio. Una oportunidad para descubrir una variedad y un paisaje tarraconense lleno de matices y argumentos propios.
La imagen que han escogido sus creadores nos transporta al Balcón del Mediterráneo de Tarragona de la mano de Lily Brick y el estudio de JJBertran. Una evocación a la Tarragona de los años 50, de la bodega del abuelo de René y de los vinos que hacía, esos vinos de la época… esos recuerdos…