LA VINYA DEL VUIT

No hay muchos proyectos entorno al vino que no tengan un objetivo económico, pero La Vinya del Vuit es uno de ellos. Un proyecto de amigos con una viña como vínculo de unión y una excusa perfecta para disfrutar del buen comer y del buen beber.

Hace ya 20 años de la primera añada del Vuit. Pocos más desde que en una cena entre René y su primo surgió la idea de hacer un vino con amigos, concretamente ocho amigos, porque era un número mágico y les gustaba. Y encontraron los amigos y el viñedo. Un viñedo cerca de Gratallops. Centenario. Con Cariñenas y Garnachas muy viejas que fue necesario trabajar mucho para poder recuperar. Y lo hicieron ellos, los mismos 8, los fines de semana, a ratos libres, con mucho esfuerzo.

Un proyecto muy costoso. De viticultura ecológica. Filosofía de la mínima intervención. Viñas que tienen una producción de 100 gr. por planta, lo que significa que se necesitan entre 8 y 10 cepas por cada botella de vino. “Además, es una zona muy caliente, muy árida, que no nos atrevemos a hacer coberturas vegetales 100% con lo cual también labramos con la mula que no tenemos y tenemos que alquilar” nos dice René Barbier cuando nos explica el proyecto. Un viñedo muy especial, una viña de alto valor patrimonial. Un vino muy concentrado. Mayoritariamente un vino de Cariñena, aunque en el viñedo hay muchas Garnachas. Y la Cariñena cuesta, necesita tiempo y paciencia. Un vino de crianza larga de entre 16 y 18 meses en barrica de 300 l. pero que se acaba de afinar en cemento y damajuana para después envejecer en la bodega en botella durante 5 años. Una Cariñena vieja, envejecida y muy amable.

Desde el principio, tenían claro que querían una imagen distinta cada año. Querían que el diseño fuera una parte muy importante del vino. Inspirado en el proyecto Sine qua non, la etiqueta y toda la parte gráfica del vino tiene mucho peso. De la mano de Joanji, y su estudio JJBertran, fue el primer proyecto del diseñador, en sus inicios, y siempre ha tenido para él un peso especial. Tanto es así, que bajo las directrices de un tema marcado por los socios y por la añada en cuestión, tiene toda la libertad para ofrecer un diseño arriesgado y de vanguardia. Las etiquetas del Vuit ha sido ganadoras de 3 premios LAUS de diseño. Este año, la añada 2016, celebrará el aniversario, como no puede ser de otra forma. Cada 8 años, esta vez con dos etiquetas, doble aniversario y el paso del tiempo del proyecto, todo un reto.

El futuro… un Vuit blanco. La parcela tenía algunas cepas blancas que se han vinificado en forma de brisado, en una damajuana solo para los socios. Pero, finalmente, estas variedades se han reproducido en una plantación nueva de 700/800 cepas reproduciendo también la idea del Vuit tinto en blanco: Cariñena blanca y Garnacha blanca (y algún Picapoll que también han podido encontrar).

Y, finalmente, un compromiso. Construir un refugio en la finca. Un espacio donde encontrarse y disfrutar tanto los socios como los amigos y, a lo mejor, quedarse a dormir. Un lugar integrado en el paisaje de la viña y el olivo que permitirá recuperar biodiversidad en el medio de la parcela. “No hay biodinámica sin biodiversidad (…). La única manera de tener biodiversidad seria es un multicultivo y/o teniendo bosques por el medio” nos comenta René. Y allí, en el Coll de Falset, una de las zonas de Gratallops más cultivadas, encontraremos un pequeño paraíso anclado en el pasado.

Los socios: René Barbier, Julian Basté, Iban Foix, Montse Mateos, Ester Nin, Núria Pérez, Sara Pérez y Philippe Thévenon, reciben cada añada 12 botellas para ellos. El resto se vende, principalmente, en Premieur por todo el mundo.

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