JOSEP LLUÍS & MONTSE

La poda, herramienta reguladora del vigor de la viña

En las regiones vitivinícolas como la Borgoña, los vinos de calidad se producen en pendientes pronunciadas donde los suelos poco fértiles facilitan el control del vigor de las cepas y producen una uva de calidad extraordinaria. En cambio, en los llanos donde se han sedimentado los terrenos meteorizados y transportados de las pendientes, los suelos suelen ser muy fértiles. Estos terrenos se utilizan en general para el cultivo de forrajes, pero no para la producción de uva destinada a la elaboración de grandes vinos. Este es un hecho constatado a través del tiempo por los productores de la Borgoña.

A partir de los años 90, cuando los vinos del Priorato empezaban a ser conocidos por la prensa internacional, se nos presentó una duda en cuanto a la utilización de las variedades tradicionales como la Garnacha y la Cariñena, en las nuevas plantaciones en terrazas. ¿Podríamos mantener la misma calidad y personalidad de los vinos de viñas viejas, con estas uvas de viñas jóvenes? No era seguro, pues ya observábamos que de estas cepas jóvenes obteníamos racimos compactos y bayas gordas, uvas difíciles de madurar y de difícil elaboración para que salieran con estructura y amplitud aromática, tales como los producidos a partir de viñas viejas. La dilatada experiencia procedente de la Borgoña, de no utilizar los suelos fértiles para producir vinos de gran calidad, se reflejaba aquí, en el Priorato, al utilizar variedades vigorosas en suelos de terrazas más fértiles que los suelos de las pendientes donde la fertilidad ha sido arrastrada por la lluvia. No era este un buen camino, debíamos encontrar una manera de cultivar estas variedades y que nos dieran vinos de calidad también de cepas jóvenes.

Paseando por las viñas jóvenes, en tiempo de vendimia, observamos que de los sarmientos delgados colgaban racimos no muy grandes con granos sueltos, que destacaban por su maduración homogénea. En cambio, en otros sarmientos de un diámetro superior, los racimos eran compactos, con granos gordos. Tomamos la decisión de cuantificar esta relación haciendo un pequeño estudio estadístico. El resultado de la relación entre el diámetro del sarmiento y la morfología del racimo fue muy significativo:

Los sarmientos que tenían el diámetro entre ocho y diez milímetros producían, en un porcentaje muy elevado, uvas de tamaño mediano a pequeño y con bayas sueltas y los sarmientos con diámetro mayor de 12 milímetros producían mayoritariamente racimos grandes y compactos.

Con esta apreciación, se nos abría pues, un nuevo camino: descubrir la manera de hacer que la cepa produjera sarmientos de diámetro pequeño.

Nos rompimos la cabeza durante unos cuantos años para llegar a conseguir sarmientos delgados… Lo probamos todo o casi todo para conseguirlo. Viajamos al Piamonte para hablar con el viticultor Roberto Voerzio, muy reconocido por sus vinos de gran calidad y discutir con el sobre este tema. Él, justamente quería disminuir el vigor de su viña plantando una cepa en medio de las que ya tenía plantadas, para reducir así el marco de plantación y a la vez el vigor.

De vuelta del viaje, reflexionamos sobre el tema, llegando a la conclusión, de que, si disminuimos la distancia entre cepas, reduciríamos también el volumen radicular y como consecuencia, disminuiríamos la capacidad de absorción de agua. Pero, paralelamente, reducimos también la pantalla foliar y por lo tanto su capacidad de transpiración, o sea, de consumir agua. Esto nos lleva a una compensación en la cepa que quedaría en equilibrio.

Esta reflexión nos dice que la reducción de la distancia entre cepas no induce a la disminución de su vigor. No nos ayudaría a conseguir el objetivo planteado.

Más tarde, en una parcela con una Garnacha muy vigorosa que daba uvas gordas y compactas, probamos de no podar, pero haciendo una “prepoda”, es decir, cortamos todos los sarmientos a unos 10cm de la base y los dejamos todos. Resultado: una gran producción de sarmientos, con una gran producción de racimos pequeños, sueltos y sin compactación.
Este resultado fue espectacular, habíamos llegado a la prueba definitiva. El aumento del número de sarmientos en una cepa, la induce a que las uvas sean pequeñas y sueltas.

El problema se nos planteaba a la hora de necesitar más espacio para dejar los sarmientos. Y claro, el espacio era limitado. Teníamos dos parcelas donde queríamos aplicar este concepto. En una parcela eran cepas muy vigorosas con sarmientos muy gordos y estaban plantadas a 1,20m, de forma que solo podíamos dejar unos 12 sarmientos. Aquí hicimos una remodelación transformando el emparrado simple en un emparrado doble. Condujimos los brotes hacia dos líneas de producción, es decir, dos brazos paralelos de manera que la línea de producción pasaba a tener el doble de longitud (2 x 1,20m = 2,40m) ¡así podíamos dejar hasta 24 sarmientos!

En la otra parcela, las cepas estaban plantadas a 0,80m, esto quería decir que al brazo de producción solo podíamos dejar unos 8 pulgares y no eran suficientes para el vigor que tenían. Pensando, pensando, se nos ocurrió el (2 x pi x r). La idea que tuvimos fue de construir un emparrado de forma que pondríamos un aro en cada cepa, que tuviera unos 60cm de diámetro, entonces la longitud de este círculo era de 2m y ¡así sí que tendríamos espacio suficiente para dejar hasta 20 pulgares!

Llegados a este punto, comprendimos que para obtener uvas no compactas con las vallas tirando a pequeñas, lo que teníamos que hacer era dejar más sarmientos, pero ¿cuántos por cepa?
La poda no puede ser más o menos. Todos sabemos que a las cepas vigorosas se le han de dejar más sarmientos, pero ¿cuántos?

En viñas donde hay zonas con diferente fertilidad, ¿cómo podríamos saber exactamente cuántos? ¡Nosotros queríamos sarmientos con diámetro de unos 8-10mm como máximo! En la poda de invierno, estuvimos escogiendo sarmientos con la morfología que nos interesaba: entre 8 y 10mm de diámetro y unos 1,20m de longitud. Este sería el sarmiento “ideal”. Recogimos muchos de diferentes variedades. Los pesamos y nos dieron una media de 50g cada uno.

El vigor lo podemos definir, como la capacidad que tiene la cepa de generar madera (sarmientos). Y la cantidad de vigor que tiene una cepa, es el peso en gramos de los sarmientos producidos durante un ciclo vegetativo. Esta capacidad de producir madera se va repartiendo o “gastando” a medida que los sarmientos crecen. Cuando se ha gastado todo el vigor ya no crecen más. Por lo tanto, entendemos que en la poda está el control de la medida de los sarmientos y en consecuencia, de la tipología de las uvas.

Visto de esta manera, en la poda, podemos pesar todos los sarmientos cortados de una cepa y nos da su vigor.

Si dividimos el vigor por 50g que pesa el sarmiento “ideal”, tendremos el número de sarmientos que tenemos que dejarle cuando hagamos la poda en verde o definitiva. Y los sarmientos crecerán hasta que se agote todo el vigor.

Ejemplo de una cepa que tiene un vigor de 500: “El peso de todos sus sarmientos es de 500g”

  • Si en la poda le dejamos 10 sarmientos (500/10) cada uno de los 10 sarmientos pesarán 50g y tendrán una longitud de aprox. 1,20m. El diámetro será de aprox. 8-10mm.
  • Si en la poda le dejamos solo 5 sarmientos (500/5) cada uno de los 5 sarmientos pesaran 100g y tendrán más de 2m de longitud. El diámetro será mucho más gordo. Diremos que esta cepa es muy vigorosa.
  • Si en la poda le dejamos 20 sarmientos (500/20) cada uno de los 20 sarmientos pesaran 25g y tendrán una longitud aprox. De 60cm y un diámetro muy delgado. Diremos que esta cepa tiene poco vigor.

Por lo tanto, ¡cómo podemos calificarla de muy o poco vigorosa, si es la misma cepa! ¡solo le estamos haciendo una poda diferente!

Los viticultores de antes ya sabían que a una cepa vigorosa se le podían dejar más sarmientos que a otra que era más débil. Todo este proceso nos llevó a pensar que el vigor es una propiedad de la planta y la poda es una manera de actuar sobre ella.

La poda inteligente es la que deja el número de sarmientos adecuado, para repartir su vigor, de forma que su longitud no sea excesiva para no tener que despuntar y que su grosor sea más bien delgado.
Partiendo de esta deducción, podemos afirmar, que ninguna cepa tiene un vigor excesivo si le hacemos una poda adecuada.

Recomendamos mirar el Powerpoint 1ª parte adjunto, donde explicamos todas las experiencias que hemos hecho y donde se pueden ver claramente las diferencias de morfología de las uvas de sarmientos gordos y delgados.

Josep Lluís Pérez y Montse Ovejero

Nuestra web usa cookies para mejorar la experiencia de usuario y le recomendamos aceptar su uso para aprovechar plenamente la navegación.